Tema: La
Persona del Espíritu Santo
Introducción:
¡Cuán agradecidos debemos estar que el Espíritu
Santo sea una persona! Porque precisamente por ser persona nos puede convencer
de pecado y con ello guiarnos hasta Dios, morar dentro de nosotros
y darnos poder sobre el pecado, e iluminar nuestra mente para
entender la Biblia, conducirnos a fin
de poder descubrir la voluntad de Dios, dirigirnos en
oración, y llamar ministros, ancianos y diáconos como oficiales de la iglesia.
“Sin el Espíritu Santo, el cristiano nunca habría
nacido de nuevo, y sin la influencia santificadora y siempre presente del
Espíritu, la vida espiritual del cristiano volvería a la muerte
espiritual de la cual salió”.
El Espíritu Santo se relaciona con nosotros
como una persona. Nos hace cosas y hace cosas para nosotros, cosas
que normalmente asociamos con una actividad personal. Nos enseña.
Nos conforta. Nos guía. Nos anima.
Cada vez que decimos “Creo en el
Espíritu Santo”, queremos decir que creemos que hay un Dios
viviente que tiene la capacidad y la disposición de entrar en la personalidad
humana y cambiarla. J. B. PHILLIPS.
El Espíritu Santo es omnisciente,
omnipresente, y eterno. Jamás hubo un momento en que el Espíritu de Dios no
existiera.
El Espíritu Santo es omnipotente, todopoderoso.
Ninguna criatura puede producir algo a partir de la
nada.
Ninguna criatura puede generar vida a partir de la
muerte.
Ninguna criatura puede, tampoco, reavivar un alma
que está espiritualmente muerta.
Todas estas acciones requieren el poder de Dios.
El
Espíritu Santo es una persona
Uno de los rasgos
distintivos del cristiano es creer en el Espíritu Santo como persona,
algunos predicadores y teólogos llamados cristianos ven en él una
influencia o poder o fuerza impersonal y no la tercera persona de la trinidad.
La Biblia nos revela en diversas formas que el
Espíritu Santo es una persona. Ante todo le atribuye mente,
voluntad y emociones que son características exclusivas de la
persona.
Pablo da por sobreentendido que el Espíritu tiene
mente cuando escribe que “…el
Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu
del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios,
sino el Espíritu de Dios. 1Co 2:10-11. Pablo atribuye conocimiento
al Espíritu Santo, y el conocimiento lo tiene una persona, pero no una
influencia o poder.
El Espíritu Santo posee voluntad y emociones.
Leemos que cuando Pablo, Silas y Timoteo querían ir
a Bitinia, pero el
Espíritu no se lo permitió. Hch.16:7.
Y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a
Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y en 1Co.12:11
Pablo nos dice que el Espíritu dio muchos dones a los cristianos, [repartiendo
a cada uno en particular como él quiere.
En cuanto emociones, Efesios 4:30 da por sentado
que el Espíritu Santo puede contristarse.
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con
el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Ef4:30.
El Espíritu Santo
es la tercera persona trinidad.
En la Escritura encontramos una alusión frecuente a
la deidad del Espíritu Santo. En el A.T, por ejemplo, lo que se dice de Dios es
dicho también del Espíritu de Dios. Las expresiones “Dios dijo” y “el
Espíritu dijo” son intercambiadas repetidamente. Se dice que la actividad del
Espíritu Santo es la actividad de Dios. En Isaías 6:9, Dios habla y dice “Ve, y di a este pueblo”. El
apóstol Pablo cita este texto en Hch.28:25 y lo presenta diciendo: “Bien habló el Espíritu Santo a vuestros
padres por medio de Isaías el profeta”.
Aquí, el Apóstol atribuye el hablar de Dios al
Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es Dios.
El Apóstol declara que los creyentes somos el
templo de Dios porque el Espíritu Santo mora en nosotros (Ver Ef. 2:22; 1
Co.6:19 y Ro.8:9-10).
Ef 2:22 en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.
1Co 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de
Dios, y que no sois vuestros?
Rom 8:9
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es
que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros,
el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive
a causa de la justicia.
Si el Espíritu Santo mismo no
es Dios, ¿Cómo podríamos ser correctamente llamados el templo de
Dios simplemente porque el Espíritu Santo mora en nosotros?
En Hechos 5:3-4, leemos:
Pedro dijo: Ananías, ¿por qué
ha llenado Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo, y quedarte
con parte del precio del terreno? (…) No
has mentido a los hombres sino a Dios. Vemos aquí una ecuación: Una
mentira dirigida al Espíritu Santo es una mentira dirigida a Dios mismo.
El Espíritu Santo como tercera Persona de la
trinidad posee atributos divinos:
El Espíritu Santo es omnisciente.
Pablo decía:
El Espíritu todo lo escudriña, aun las
profundidades de Dios. Porque entre los hombres, ¿Quién conoce los pensamientos
de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie
conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios. (1 Co.
2:10-11)
El Espíritu Santo es omnipresente.
El salmista pregunta retóricamente:
¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu
presencia? Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo
mi lecho, allí estás tú. (Sal. 139:7-8)
El Espíritu Santo es omnipotente.
En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es la fuente de poder para la resurrección de Cristo de entre los muertos.
Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús
de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús
de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio
de su Espíritu que habita en vosotros. Rom. 8:11.
El Espíritu exhibe poder para efectuar cosas que
sólo Dios puede hacer. Hablando de la relación de Dios con Abraham, Pablo
escribió:
(Como está escrito:
Te he hecho padre de muchas naciones), delante de aquel en quien creyó,
es decir Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como
si fueran.
Rom.4:17.
Generar vida a partir de la muerte y crear algo a partir de la nada requiere el
poder omnipotente de Dios.
Conclusión.
Concluimos, entonces, que la Biblia describe
claramente la deidad del Espíritu Santo. El Espíritu es una persona; el
Espíritu Santo es Dios.
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