domingo, 26 de junio de 2016

Eclipse de Fe

Tema: Un Eclipse de Fe

Lectura: Lucas 22: 31 – 34. “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte. Y Él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tu niegues tres veces que me conoces”.
Introducción: Algo que aprendí de la fe escuchando al pastor David Wilkerson es que él luego de 55 años de predicar muchas veces nosotros podemos descifrar la plenitud de la fe y que nosotros podemos practicar la fe, y esto es lo que el Señor quiere que nosotros hagamos, pero muchas veces en nuestra vida cristiana, muchas veces esto le sucede a los ministros del Señor que nuestra fe va ser realmente probada escuche bien va a ser verdaderamente probada nuestra fe y muchas veces nosotros como ministros caemos o fallamos en la fe, allí es donde vamos a ver si nosotros nos caemos derrotados o nos levantamos.
Desarrollo: Que es un eclipse de fe? Primero que todo, defino lo que es ECLIPSE: En simples palabras, un eclipse es un fenómeno de ocultación visual pasajera ya sea de forma parcial o total de un astro, por interposición de otro de los astros, hay dos tipos de eclipses que son el eclipse lunar y el eclipse solar, Un eclipse solar es producto cuando la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol. Por unos momentos, el sol parece que literalmente desaparece, y la luz del día súbitamente se vuelve oscuridad.
Y porque Eclipse de fe? Porque así es que defino al estado que experimentamos cuando somos probados, y en medio de esa prueba estamos siendo bombardeados con la artillería más pesada de satanás. Pero tranquilo, satanás no gasta su artillería con cualquier persona.
Acá estamos hablando de un eclipse de fe, de dejar de ver la luz del Señor por un momento y que todo sea oscuridad. Hablamos de esas personas que comienzan a  decaer en su fe, a dudar de que Dios tenga el control de la situación que estamos viviendo, hablamos de la persona que cree que Dios está ausente cuando más lo necesitamos. Que empieza a suceder que la oración se vuelve vacía, hueca, y el corazón está cargado de culpa y vacío existencial.
Satanás gasta sus mejores armas, y nos golpea para que cometamos suicidio espiritual, dejándonos caer en el pozo de la depresión, de la angustia, de la tristeza, y así finalmente… Dejar de creer en el amor y cuidado de Dios. A quien elige satanás para gastar su artillería? A las personas que descubrieron su identidad en Jesús, y tienen una visión clara en la vida, un objetivo preciso hacia el cual dirigirse.
En la palabra del Señor tenemos varios ejemplos de grandes Hombres de Dios que tuvieron que a travesar por un eclipse de Fe:
1.- EL primer ejemplo es con Pedro el Apóstol, Como usted recordará, el eclipse de Pedro sucedió el día de la fiesta de la Pascua, este día fue el último día de ministerio y el último día de vida de Jesús sobre la tierra, y en Mateo 26: 31 – 35. Jesús se dirigió a su fogoso discípulo y le reveló, “Simón, Satanás te ha pedido, para zarandearte como a trigo.” Algunos eruditos han traducido este pasaje de los manuscritos originales con el siguiente significado, “Pedro, satanás ha demandado que te entregue a él para que sacuda tu mismísima vida, Pedro estaba a punto de pasar por un ataque demoníaco sobre su fe.
Anteriormente ese día, Pedro hizo alarde de tener una fe inamovible. El le había dicho a Jesús en frente de los otros discípulos, “Señor, yo nunca dudaré de ti. Yo moriría antes de desconfiar de ti.” “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” aunque la fe les falle a todos mi fe no te fallará mi fe, pues mi fe irá hasta la muerte contigo. El Señor le dice: “Simón, Simón, he aquí satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo”
La advertencia aquí es clara: Satanás estaba orquestando un ataque sobrenatural hacia la fe de Pedro. Zarandear significa “sacudir violentamente, hacia arriba y hacia abajo, hacia los costados, hacia delante y hacia atrás, hacia todos lados. El diablo quería sacudir los cimientos de la fe de Pedro de la manera más severa posible.
No se equivoque: la fe de Pedro no era una fe débil, no era solo aires o mera emoción, era una fe fuerte, el diablo no vendrá a poner a prueba una fe débil, él no va a malgastar su tiempo en una fe débil, él viene es contra una fe fuerte y bien fundamentada, De todos los discípulos, este hombre había demostrado valentía en lo que creía una y otra vez. Él fue el que se bajó de la barca para dar los primeros pasos sobre el agua hacia Jesús. Y Pedro había declarado su gran fe en la divinidad de Jesús al haber dicho, “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”, y basado en el testimonio de Pedro en ese mismo momento que Él dice sobre este testimonio edificaré mi iglesia, ese testimonio, pero cual testimonio? “la fe”. La convicción de Pedro era real – y esa es la verdadera razón por la cual el diablo fue tras de él.
Satanás no exige oportunidades para destruir a las personas cuya fe es débil o está flaqueando. Pocos de nosotros nos damos cuenta de esta verdad cuando estamos en medio de una prueba. No reconocemos de que estamos en el fuego debido a nuestro caminar con Jesús, y que el diablo está tratando de apagar nuestra hambre de la presencia de Dios. Piense sobre Pedro: este era un hombre que llegaría a ser un pilar de la iglesia de Dios, introduciendo el Evangelio al mundo en el día Pentecostés. Usted puede estar seguro de que Satanás no iba a dejar que esto suceda sin dar pelea. Ahora todos nosotros los creyentes del Señor en una medida seremos probados, la mayoría de las veces la lucha es la carne contra el espíritu o el espíritu contra la carne, ahora todo el pueblo de Dios será probado en una medida.
Ahora yo quiero que usted escuche muy bien esto, si Dios ha puesto su mano sobre usted, si usted ha sido llamado por Dios, que usted tiene un llamado para hacer algo en la edificación de la iglesia, que usted tiene un ministerio que el Señor lo va a usar grandemente sépalo que usted va a ser atacado fuertemente, tu fe va a ser probada y va a ser atacada como ninguna otra en la tierra, y mientras más busques a Dios, mientras más camines con Dios, usted nunca se va a librar de esos ataques, pues la intención de satanás es que usted sea derrotado en esos ataques y se debilite o pierdas tu fe, no existe tal cosa de eso de que una fe madura, no existe eso de que la fe es perdurable que se pueda escapar del continuo ataque del enemigo.
Usted puede decir que conoce a hombres o mujeres que tienen tan grande fe, que sanan a los enfermos, hacen cosas grandes para Dios, que caminan con Dios, que tienen una carga por las almas, pero le digo una cosa ellos serán los primeros que serán zarandeados, nunca se libraran de esa situación, a veces se hace más fuerte y más fuerte ese ataque,  el ejemplo de esto lo vemos en Pedro, pues él iba a ser uno de los pilares más fuertes de la iglesia y es allí donde Jesús le dice pedro tu fe va a ser probada, y esta prueba no iba a ser una prueba ordinaria, no iba a ser una prueba sobre el cuerpo de pedro o su ministerio, y vemos a Jesús que le anticipa y le dice que satanás lo va a tratar de destruir a él y principalmente  destruirle su fe, por eso dice el Señor que él estaba orando para que su fe no fallara y luego una vez que hayas atravesado por esta terrible prueba podrás entonces confirmar a tus hermanos.
Pero para algunos siervos, los ataques de Satanás tienen propósitos que van más allá que una lucha entre la carne y el espíritu. Es un ataque sobrenatural cara a cara con el mismo diablo en persona, para tratar de destruir sus confianzas. La fe de de estos siervos llega a estar bajo un ataque directo y bien planeado, orquestado por las fuerzas del infierno, sacudiéndolos mental, física y espiritualmente.
Piense por un momento: ¿Y si Jesús le hubiese dicho esto a usted, cómo hubiese reaccionado? “Pero Señor, tú sabes que he sido fiel. He dejado todo para seguirte. Y tú me has dado promesas para que yo no caiga. Pero ahora tú me dices que yo haré cosas atroces, que yo actuaré como un ateo. ¿Cómo puede ser esto?”
Yo creo que la mayoría de los cristianos tendrían esta reacción. Hemos experimentado tiempos de ataques, pero pocos de nosotros pueden imaginarse que los ataques de Satanás puedan ser tan severos que estaríamos tentados a negar a Jesús.
Jesús sabía que el ataque violento que vendría sobre Pedro estaba dirigido hacia su fe.  Así que él preparó a su discípulo diciéndole, “Yo he rogado por ti para que tu fe no falle.” Jesús aun advirtió a su discípulo que fallaría:” Y tú, una vez vuelto (una vez hayas pasado por esto), fortalece a tus hermanos.”
Jesús había declarado sobre la vida de Pedro la misión y el objetivo de su existencia. Pero claro, no iba a haber iglesia, sino había muerte y resurrección en la cruz. Por lo tanto, su fe iba a ser probada, iba a pasar por un momento de duda y oscuridad.
Ahora imagínese a Pedro parado afuera del concilio religioso, calentándose junto a un fuego. Esta es la hora que Jesús le advirtió que vendría, cuando el poder de las tinieblas parecería eclipsarlo todo. Yo sólo puedo imaginar las cosas horrendas que Satanás inyectó en la mente de Pedro, haciéndole pensar:
“No puedo creer lo que le está sucediendo a Jesús. Si él fuese verdaderamente Dios, ¿cómo podría permitir que suceda tal humillación? Se supone que él sea el Hijo del Dios vivo. Pero si no puede librarse él mismo, ¿cómo va a poder librarme a mí? Todas las cosas que nos dijo, ahora se están desvaneciendo. ¿Dónde está el poder de Dios y su presencia en ésta hora tan desesperante?”
Muchos de nosotros hemos preguntado estas mismas preguntas en medio de nuestras pruebas. Estamos perplejos al igual que Pedro cuando clamamos a Dios y no escuchamos respuestas… cuando nuestra situación va de mal en peor… cuando sentimos una violencia aterradora en nuestra alma.
Iba a tener una dura batalla en la mente. Como también lo vivió Elías
2.- EL segundo ejemplo es con el Profeta Elías, un hombre que verdaderamente escuchó a Dios, sufrió un eclipse severo de su fe. La fe de Elías literalmente abrió y cerró los cielos. Era un profeta con un testimonio de no tener miedo, un hombre cuya fe fuerte en Dios causó que reyes le temieran y que el infierno temblara. Cuando Satanás tenía a Israel en sus manos, Elías se levantó en fe y derrumbó toda idolatría.
Pero este profeta santo entró en un eclipse oscuro de fe. Satanás sabía el impacto que la fe de Elías tendría sobre Israel, y él orquestó un ataque a través de la malvada Reina Jezabel. Sucedió en el momento de triunfo más grande de Elías: él acababa de degollar a 400 profetas de Baal y corrió a pié desde el Monte Carmelo hasta Jezreel. Pero cuando llegó, le dieron la noticia de que Jezabel había puesto un precio sobre su cabeza, declarando, “Elías es hombre muerto”.
1era de Reyes 19:2-4 “Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.”
Gastado emocionalmente, la fe de Elías colapsó. En una hora oscura, la poderosa fe que había cerrado los cielos, ahora se había marchitado en duda. Escondido en una cueva, exhausto, Elías cayó en una depresión profunda. Él se rindió a la vida, diciendo en pocas palabras, “Ya no tengo fe, ni esperanza, ni entusiasmo. La vida no vale la pena vivirla. He dado todo lo que pude, pero todo ha explotado en mi cara. ¿No le importa a Dios? Señor, sácame de este desorden. Mátame.”
Puede que usted piense de Elías lo mismo que pensó de Pedro: “Seguramente este hombre ha cruzado la raya. ¿Cómo podría un siervo santo predicar santidad y hacer tantas cosas poderosas, pero luego negar que Dios lo cuida?” Yo le pregunto: ¿Removió Dios la unción de Elías por vociferar tal incredulidad? ¿Le reprochó Dios al profeta por las acusaciones que hizo? No, Dios ministró a su siervo, alimentándolo y fortaleciéndolo. En realidad, él envió a un ángel a prepararle un alimento para Elías tan lleno de nutrientes sobrenaturales que sustentó al profeta por cuarenta días.
3.- EL tercer ejemplo es con el profeta Jeremías también sufrió un eclipse de fe. Este era un poderoso predicador de santidad y arrepentimiento, un profeta sin miedo que tenía la mente de Dios y caminaba en el temor de Dios. Pero mientras leemos Jeremías 20, encontramos a este hombre sufriendo un horrible eclipse de fe.
Jeremías estaba predicando en la puerta del templo, cuando el sacerdote Pasur poseído por Satanás, marchó hacia el profeta y le dio una bofetada. Pasur ordenó que lo azotaran y lo pusieran en un cepo, donde fue ridiculizado por todo el gentío que pasaba. Cuando lo soltaron, Jeremías pronunció el Juicio de Dios sobre Pasur y sus seguidores: “Tú Pasur y esta ciudad serán tomados. Todos irán al cautiverio” (ver Jeremías 20:6).
Inmediatamente, una oscuridad del alma descendió sobre Jeremías, y él se derrumbó en desaliento. El que una vez fue un predicador lleno de santidad, ahora alimentaba sentimientos oscuros contra Dios: “Señor, me has engañado. La palabra que tú me diste ahora se ha convertido en reproche. Cada día soy ridiculizado. Me has abandonado, así que me rindo. No voy a hablar tu Palabra nunca más. Todas tus promesas son vacías. Mi vida y ministerio han acabado en vergüenza. Debiste haberme matado en el vientre de mi madre” (ver Jeremías 20:6).
Dígame, ¿Cruzó la raya Jeremías? ¿Podría ese lenguaje salir de la boca de alguien que afirma servir a Dios? Encontramos la respuesta en el próximo capítulo: “La palabra de Dios vino a Jeremías” (ver 21:1). El eclipse del profeta pasó, y Dios no se inmutó. El ministerio más efectivo de Jeremías se encontraba hacia delante.
Dios siempre está conciente de las artimañas y ataques que Satanás usa contra sus siervos más efectivos. En ambas vidas, la de Elías y la de Jeremías, Dios sabía que la fe de ambos soportaría el eclipse. El sabía que sus clamores venían de la confusión y el dolor. Y las Escrituras lo ponen en claro: ni por un momento Dios levantó su unción de ninguno de ellos.
La mayoría de nosotros no podemos relacionarnos con los golpes duros y los eclipses de fe de estos gigantes espirituales.
Para los cristianos, “un eclipse espiritual” es una hora oscura cuando Dios parece estar ausente de nuestras vidas. Sucede más a menudo durante los tiempos de pruebas, mientras Satanás viene y trata de oscurecer nuestra visión del Señor. El lo intentó con Pedro, lanzando todo lo que tenía en su infierno hacia el discípulo para tratar de arrojar su fe hacia un eclipse de oscuridad total.
Dígame usted, ¿Ha soportado un eclipse así alguna vez? ¿Ha pasado por momentos cuando su mente fue inundada de preguntas? ¿Le ha parecido que sus oraciones caen al suelo, y que la palabra de Dios parece estar cerrada para usted? ¿Ha sentido que su vida está vacía, que no vale nada, que usted es un fracaso?
Durante esos tiempos, usted escucha susurros de acusación: “Después de tanto orar, de todas las revelaciones que has recibido de la Palabra de Dios, después de tanto testificar de la fidelidad de Dios, después de todo eso, todavía eres débil. No puedes practicar lo que predicas”. Súbitamente, usted es tentado a pensar, “Este caminar de fe no tiene sentido en mi vida. Nada de esto sirve para mí y no puedo hacer que funcione. No creo que pueda seguir con esto. Estoy muy golpeado. No puedo soportarlo más.”
Considere usted el lenguaje de Pedro en medio de su eclipse de fe. Cuando alguien le preguntó, “¿No eres tú uno de los seguidores de este Jesús?” Pedro mintió, “No sé de lo que estás hablando. Yo no sé quién es ese hombre”. Cuando lo presionaron una segunda vez, él nuevamente respondió, “No lo conozco”. Finalmente cuando le preguntaron una tercera vez, Pedro lanzó una maldición y gritó, “¡Yo nunca he estado con ese hombre!”
Este sí era un eclipse total de fe. Pedro parecía un ateo enfurecido. Su fe estaba hecha añicos. El había cruzado la raya, actualmente negando a Jesús. Este mismo discípulo fogoso que había expulsado demonios, ahora se había hundido en completa incredulidad. Alguien puede haber pensado, “Seguro que Dios terminó con Pedro, y removió la unción de su vida. Después de todo, ¿Cómo podría un verdadero siervo de Dios hablar de esta manera?”
Yo les diré cómo puede suceder. Sucede cuando estamos bajo el ataque de artillería pesada del enemigo y Dios parece estar completamente ausente. Este es el tiempo preciso cuando la voz de Satanás viene tan clara y tan fuerte que perdemos toda visión del Señor. Repentinamente, sentimos que nuestra vida ha sido gastada en vano, que de nada ha servido. En ese momento oscuro del eclipse, el diablo ha creado tal caos que no podemos ver ninguna salida. No podemos imaginarnos que el poder de Dios pueda ser capaz de librarnos.
Satanás había querido que Pedro se hundiera en un torbellino de desesperación. Verdaderamente, el discípulo se dio cuenta con horror, “He negado a Jesús. No una, sino tres veces. ¿Qué me ha sucedido?” Imagínese la nube de condenación que envolvió a la mente de Pedro en aquella hora.
¿Y usted? ¿Ha vivido usted bajo condenación porque en un momento dado su fe entró en un eclipse? Tal vez usted ha continuado con un hábito pecaminoso, o ha dudado de la habilidad de Dios de trabajar las promesas de su pacto en su vida. Desde entonces usted ha vivido en un espiral de miedo, culpa y condenación.
Todos sabemos cómo Dios libró a Pedro de este tiempo horrible. El lo hizo de la misma manera que libró a otros hombres santos en las Escrituras los cuales habían vivido su propio eclipse de fe.
Ahora que hemos leído sobre Elías y Jeremías, podemos pensar, “Yo nunca he sido colocado bajo tal presión al punto de rogarle a Dios que quite mi vida, como lo hizo Elías. Yo nunca he acusado a Dios de engañarme como lo hizo Jeremías. Y nunca le he dicho a Dios, ‘me rindo’. Los eclipses de estos hombres fueron totales, una oscuridad temporaria de su fe. Yo no puedo relacionarme con eso.”
Pero esto no significa que nuestra fe no ha experimentado un eclipse. Nuestros eclipses pueden estar ocultos. La verdad es que, podemos desarrollar una actitud igualmente desesperada si sentimos que Dios nos ha fallado. Después de una experiencia decepcionante, Satanás puede implantar pensamientos como estos: “¿Dónde está tu Dios ahora, cuando lo necesitas? Las cosas se están poniendo de mal en peor y él no aparece por ningún lado. Dios prometió que proveería un camino de escape. ¿Dónde está él?”
Aunque no lo expresemos abiertamente, entretenemos pensamientos de que Dios no está con nosotros, que él está enojado, que no damos la medida ante sus ojos. Así que le damos a Dios nuestro silencio, alejándonos de él en oración, y abandonando nuestra confianza en él durante nuestras pruebas.
No importa el grado de eclipse que sea, parcial o total, debemos de entender que el diablo está detrás del ataque. No es causado por algo en nuestra naturaleza, ni por la ira de Dios, sino que viene como un asalto sobrenatural del infierno. Si perdemos de reconocer esto, nuestro espiral de hundimiento continuará. No nos atrevamos a subestimar la determinación de Satanás de destruir nuestra fe.
Usted podría preguntar, “¿Pero no está Jesús en lo correcto en sentirse ofendido cuando no confiamos en él? ¿No lo entristecemos cuando cuestionamos y dudamos de su fidelidad?” Sí, lo entristecemos. Y sí, nuestros pensamientos de incredulidad pueden llevarnos a confusión y caos. La amargura puede tomar raíces, y si permitimos que se endurezca, puede llevarnos a un alejamiento completo.
Pero el hecho permanece; Dios conoce las verdaderas profundidades de lo que hay en tu corazón, y para él nada ha cambiado acerca de ti. El de repente no te ve como un enemigo, por que has cambiado en un instante debido a tu espíritu atribulado. El todavía te considera su amigo, un guerrero del Reino que está en la cúspide de avanzar a nuevas áreas de confianza. Y por esta misma razón es que te has vuelto un blanco de Satanás.
El diablo está absolutamente determinado a impedir tu visión de la misericordia y gracia de Dios. Al igual que la luna durante un eclipse, él está poco a poco tratando de obstruir tu vista de Jesús hasta que las cosas se vuelvan completamente oscuras. Pero, durante todo este tiempo, Dios ha estado planeando que tu fe atraviese este eclipse momentáneo.
Si estamos caminando cerca de Jesús y somos hombres y mujeres de oración, buscando a Dios con todos nuestros corazones, nuestra fe va a ser probada con un eclipse. El diablo quiere adormecer nuestras mentes con problemas y dificultades. El se quiere entrometer entre nuestro Dios y nosotros para que perdamos de vista su misericordia y fidelidad para con nosotros al bloquearnos el Sol.
Si no reconocemos la mano del enemigo detrás de esta zarandeada, seremos derrotados. La manera de salir de este eclipse es CREER Y DESCANSAR en el AMOR que Dios tiene por nosotros. Dios va a permitir que tu fe sea probada para mostrarte cómo El se regocija sobre ti y cómo El ESTA DESCANSANDO en Su amor por ti.
¿Ha sido usted zarandeado recientemente, y su fe parecía caer en una hora oscura de eclipse? Como Pedro, puede que usted se sienta completamente derrotado. O, como Jeremías puede que usted sienta que Dios lo ha engañado y abandonado. O como Elías, usted está agobiado y simplemente quiere que su vida se acabe. Usted no ve ninguna salida de su eclipse.

Le insto a que haga tres cosas:
1. Descanse en el amor de Dios hacia usted. Recuerde el ejemplo de estos siervos y el plan que Dios tenía preparado para cada uno de ellos a través de sus pruebas. La intención de Dios era que ellos salieran de sus eclipses preparados para el ministerio que él tenía listo para ellos.
2. Esté seguro que no importa cuán profundos sus pensamientos de incredulidad sean, el Señor ve por lo que usted está pasando, y su amor nunca flaquea. Aunque seamos infieles, él permanece fiel: “Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados… Pero cuando se manifestó la bondad de Dios…nos salvó” (Tito •:3-4).
El significado de “manifestó” aquí quiere decir “sobreponer”. Dios mira nuestras luchas, preocupaciones, temores e incertidumbres – nuestro tiempo de eclipse, llenos de insensatez y desobediencia - y él sobrepone su divino amor sobre nosotros. No importa nuestra condición, su amor reina sobre nosotros.
3. Haga lo que David hizo y clame al Señor día y noche. “Señor, Dios de mi salvación. He clamado día y noche delante de ti. En la mañana mi oración viene delante de ti. Inclina tu oído a mi clamor” (ver Salmo 55).
Amado santo, haga ésta su oración, así como yo la he hecho mía:

“Señor, a veces te he dado mi silencio. Me he alejado de ti por mis desilusiones. Pero ahora me acerco a ti en oración, por fe. Escucha mi clamor, Jesús. Sé que esta no es mi batalla, sino que es tuya. Yo confío que silenciarás las lenguas del enemigo. Y yo se que tu amor reina sobre mí, aun en mis momentos más oscuros. Descanso en tu deleite por mí. Amen”

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