Tema: Un Eclipse de Fe
Lectura: Lucas
22: 31 – 34. “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí satanás os ha
pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no
falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor,
dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte. Y
Él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tu niegues
tres veces que me conoces”.
Introducción: Algo que
aprendí de la fe escuchando al pastor David Wilkerson es que él luego de 55
años de predicar muchas veces nosotros podemos descifrar la plenitud de la fe y
que nosotros podemos practicar la fe, y esto es lo que el Señor quiere que nosotros
hagamos, pero muchas veces en nuestra vida cristiana, muchas veces esto le
sucede a los ministros del Señor que nuestra fe va ser realmente probada
escuche bien va a ser verdaderamente probada nuestra fe y muchas veces nosotros
como ministros caemos o fallamos en la fe, allí es donde vamos a ver si
nosotros nos caemos derrotados o nos levantamos.
Desarrollo: Que es un eclipse de fe? Primero que todo, defino lo que es
ECLIPSE: En simples palabras, un eclipse es un fenómeno de ocultación visual
pasajera ya sea de forma parcial o total de un astro, por interposición de otro
de los astros, hay dos tipos de eclipses que son el eclipse lunar y el eclipse
solar, Un eclipse solar es producto cuando la Luna se interpone entre la Tierra
y el Sol. Por unos momentos, el sol parece que literalmente desaparece, y la
luz del día súbitamente se vuelve oscuridad.
Y porque Eclipse de
fe? Porque así es que defino al estado que
experimentamos cuando somos probados, y en medio de esa prueba estamos siendo
bombardeados con la artillería más pesada de satanás. Pero tranquilo, satanás
no gasta su artillería con cualquier persona.
Acá estamos hablando de un eclipse de fe, de dejar
de ver la luz del Señor por un momento y que todo sea oscuridad. Hablamos de
esas personas que comienzan a decaer en su fe, a dudar de que Dios tenga
el control de la situación que estamos viviendo, hablamos de la persona que
cree que Dios está ausente cuando más lo necesitamos. Que empieza a suceder que
la oración se vuelve vacía, hueca, y el corazón está cargado de culpa y vacío
existencial.
Satanás gasta sus mejores armas, y nos golpea para
que cometamos suicidio espiritual, dejándonos caer en el pozo de la depresión,
de la angustia, de la tristeza, y así finalmente… Dejar de creer en el amor y
cuidado de Dios. A quien elige satanás para gastar su artillería? A las
personas que descubrieron su identidad en Jesús, y tienen una visión clara en
la vida, un objetivo preciso hacia el cual dirigirse.
En la
palabra del Señor tenemos varios ejemplos de grandes Hombres de Dios que
tuvieron que a travesar por un eclipse de Fe:
1.- EL primer ejemplo es con Pedro el Apóstol, Como
usted recordará, el eclipse de Pedro sucedió el día de la fiesta de la Pascua, este
día fue el último día de ministerio y el último día de vida de Jesús sobre la
tierra, y en Mateo 26: 31 – 35. Jesús se dirigió a su fogoso discípulo y le
reveló, “Simón, Satanás te ha pedido, para zarandearte como a trigo.” Algunos
eruditos han traducido este pasaje de los manuscritos originales con el siguiente significado, “Pedro, satanás ha
demandado que te entregue a él para que sacuda tu mismísima vida, Pedro estaba a punto de pasar
por un ataque demoníaco sobre su fe.
Anteriormente ese día, Pedro hizo alarde de tener
una fe inamovible. El le había dicho a Jesús en frente de los otros discípulos,
“Señor, yo nunca dudaré de ti. Yo moriría antes de desconfiar de ti.”
“Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” aunque la fe
les falle a todos mi fe no te fallará mi fe, pues mi fe irá hasta la muerte
contigo. El Señor le dice: “Simón, Simón, he aquí satanás os ha pedido para
zarandearos como a trigo”
La
advertencia aquí es clara: Satanás estaba orquestando un ataque sobrenatural
hacia la fe de Pedro. Zarandear significa “sacudir violentamente, hacia arriba
y hacia abajo, hacia los costados, hacia delante y hacia atrás, hacia todos
lados. El diablo quería sacudir los cimientos de la fe de Pedro de la manera
más severa posible.
No se equivoque: la fe de Pedro no era una fe débil, no era solo
aires o mera emoción, era una fe fuerte, el diablo no vendrá a poner a prueba
una fe débil, él no va a malgastar su tiempo en una fe débil, él viene es
contra una fe fuerte y bien fundamentada, De todos los discípulos, este hombre
había demostrado valentía en lo que creía una y otra vez. Él fue el que se bajó
de la barca para dar los primeros pasos sobre el agua hacia Jesús. Y Pedro
había declarado su gran fe en la divinidad de Jesús al haber dicho, “Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios”, y basado en el testimonio de Pedro en ese mismo
momento que Él dice sobre este testimonio edificaré mi iglesia, ese testimonio,
pero cual testimonio? “la fe”. La convicción de Pedro era real – y esa es la
verdadera razón por la cual el diablo fue tras de él.
Satanás no exige oportunidades para destruir a las personas cuya
fe es débil o está flaqueando. Pocos de
nosotros nos damos cuenta de esta verdad cuando estamos en medio de una prueba.
No reconocemos de que estamos en el fuego debido a nuestro caminar con Jesús, y
que el diablo está tratando de apagar nuestra hambre de la presencia de Dios.
Piense sobre Pedro: este era un hombre que llegaría a ser un pilar de la
iglesia de Dios, introduciendo el Evangelio al mundo en el día Pentecostés.
Usted puede estar seguro de que Satanás no iba a dejar que esto suceda sin dar
pelea. Ahora todos nosotros los creyentes del Señor en una medida seremos
probados, la mayoría de las veces la lucha es la carne contra el espíritu o el
espíritu contra la carne, ahora todo el pueblo de Dios será probado en una medida.
Ahora yo
quiero que usted escuche muy bien esto, si Dios ha puesto su mano sobre usted,
si usted ha sido llamado por Dios, que usted tiene un llamado para hacer algo en
la edificación de la iglesia, que usted tiene un ministerio que el Señor lo va
a usar grandemente sépalo que usted va a ser atacado fuertemente, tu fe va a
ser probada y va a ser atacada como ninguna otra en la tierra, y mientras más
busques a Dios, mientras más camines con Dios, usted nunca se va a librar de
esos ataques, pues la intención de satanás es que usted sea derrotado en esos
ataques y se debilite o pierdas tu fe, no existe tal cosa de eso de que una fe
madura, no existe eso de que la fe es perdurable que se pueda escapar del
continuo ataque del enemigo.
Usted
puede decir que conoce a hombres o mujeres que tienen tan grande fe, que sanan
a los enfermos, hacen cosas grandes para Dios, que caminan con Dios, que tienen
una carga por las almas, pero le digo una cosa ellos serán los primeros que serán
zarandeados, nunca se libraran de esa situación, a veces se hace más fuerte y
más fuerte ese ataque, el ejemplo de
esto lo vemos en Pedro, pues él iba a ser uno de los pilares más fuertes de la
iglesia y es allí donde Jesús le dice pedro tu fe va a ser probada, y esta
prueba no iba a ser una prueba ordinaria, no iba a ser una prueba sobre el
cuerpo de pedro o su ministerio, y vemos a Jesús que le anticipa y le dice que
satanás lo va a tratar de destruir a él y principalmente destruirle su fe, por eso dice el Señor que
él estaba orando para que su fe no fallara y luego una vez que hayas atravesado
por esta terrible prueba podrás entonces confirmar a tus hermanos.
Pero para
algunos siervos, los ataques de Satanás tienen propósitos que van más allá que
una lucha entre la carne y el espíritu. Es un ataque sobrenatural cara a cara
con el mismo diablo en persona, para tratar de destruir sus confianzas. La fe
de de estos siervos llega a estar bajo un ataque directo y bien planeado,
orquestado por las fuerzas del infierno, sacudiéndolos mental, física y
espiritualmente.
Piense por un
momento: ¿Y si Jesús le hubiese dicho esto a usted, cómo hubiese reaccionado?
“Pero Señor, tú sabes que he sido fiel. He dejado todo para seguirte. Y tú me
has dado promesas para que yo no caiga. Pero ahora tú me dices que yo haré
cosas atroces, que yo actuaré como un ateo. ¿Cómo puede ser esto?”
Yo creo que
la mayoría de los cristianos tendrían esta reacción. Hemos experimentado
tiempos de ataques, pero pocos de nosotros pueden imaginarse que los ataques de
Satanás puedan ser tan severos que estaríamos tentados a negar a Jesús.
Jesús sabía
que el ataque violento que vendría sobre Pedro estaba dirigido hacia su fe.
Así que él preparó a su discípulo diciéndole, “Yo he rogado por ti para
que tu fe no falle.” Jesús aun advirtió a su discípulo que fallaría:” Y tú, una
vez vuelto (una vez hayas pasado por esto), fortalece a tus hermanos.”
Jesús había declarado sobre la vida de Pedro la
misión y el objetivo de su existencia. Pero claro, no iba a haber iglesia, sino
había muerte y resurrección en la cruz. Por lo tanto, su fe iba a ser probada,
iba a pasar por un momento de duda y oscuridad.
Ahora
imagínese a Pedro parado afuera del concilio religioso, calentándose junto a un
fuego. Esta es la hora que Jesús le advirtió que vendría, cuando el poder de
las tinieblas parecería eclipsarlo todo. Yo sólo puedo imaginar las cosas
horrendas que Satanás inyectó en la mente de Pedro, haciéndole pensar:
“No puedo
creer lo que le está sucediendo a Jesús. Si él fuese verdaderamente Dios, ¿cómo
podría permitir que suceda tal humillación? Se supone que él sea el Hijo del
Dios vivo. Pero si no puede librarse él mismo, ¿cómo va a poder librarme a mí?
Todas las cosas que nos dijo, ahora se están desvaneciendo. ¿Dónde está el
poder de Dios y su presencia en ésta hora tan desesperante?”
Muchos de
nosotros hemos preguntado estas mismas preguntas en medio de nuestras pruebas.
Estamos perplejos al igual que Pedro cuando clamamos a Dios y no escuchamos
respuestas… cuando nuestra situación va de mal en peor… cuando sentimos una
violencia aterradora en nuestra alma.
Iba a tener una dura batalla en la mente. Como
también lo vivió Elías
2.- EL segundo ejemplo es con el
Profeta Elías, un hombre que verdaderamente escuchó a Dios, sufrió un eclipse
severo de su fe. La fe de Elías literalmente abrió y cerró los cielos. Era un
profeta con un testimonio de no tener miedo, un hombre cuya fe fuerte en Dios
causó que reyes le temieran y que el infierno temblara. Cuando Satanás tenía a
Israel en sus manos, Elías se levantó en fe y derrumbó toda idolatría.
Pero este
profeta santo entró en un eclipse oscuro de fe. Satanás sabía el impacto que la
fe de Elías tendría sobre Israel, y él orquestó un ataque a través de la
malvada Reina Jezabel. Sucedió en el momento de triunfo más grande de Elías: él
acababa de degollar a 400 profetas de Baal y corrió a pié desde el Monte
Carmelo hasta Jezreel. Pero cuando llegó, le dieron la noticia de que Jezabel
había puesto un precio sobre su cabeza, declarando, “Elías es hombre muerto”.
1era de Reyes 19:2-4 “Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los
dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona
como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para
salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y
él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un
enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no
soy yo mejor que mis padres.”
Gastado
emocionalmente, la fe de Elías colapsó. En una hora oscura, la poderosa fe que
había cerrado los cielos, ahora se había marchitado en duda. Escondido en una
cueva, exhausto, Elías cayó en una depresión profunda. Él se rindió a la vida,
diciendo en pocas palabras, “Ya no tengo fe, ni esperanza, ni entusiasmo. La
vida no vale la pena vivirla. He dado todo lo que pude, pero todo ha explotado
en mi cara. ¿No le importa a Dios? Señor, sácame de este desorden. Mátame.”
Puede que
usted piense de Elías lo mismo que pensó de Pedro: “Seguramente este hombre ha
cruzado la raya. ¿Cómo podría un siervo santo predicar santidad y hacer tantas
cosas poderosas, pero luego negar que Dios lo cuida?” Yo le pregunto: ¿Removió
Dios la unción de Elías por vociferar tal incredulidad? ¿Le reprochó Dios al
profeta por las acusaciones que hizo? No, Dios ministró a su siervo,
alimentándolo y fortaleciéndolo. En realidad, él envió a un ángel a prepararle
un alimento para Elías tan lleno de nutrientes sobrenaturales que sustentó al
profeta por cuarenta días.
3.- EL tercer
ejemplo es con el profeta Jeremías también
sufrió un eclipse de fe. Este era un poderoso predicador de santidad y
arrepentimiento, un profeta sin miedo que tenía la mente de Dios y caminaba en
el temor de Dios. Pero mientras leemos Jeremías 20, encontramos a este hombre
sufriendo un horrible eclipse de fe.
Jeremías
estaba predicando en la puerta del templo, cuando el sacerdote Pasur poseído
por Satanás, marchó hacia el profeta y le dio una bofetada. Pasur ordenó que lo
azotaran y lo pusieran en un cepo, donde fue ridiculizado por todo el gentío
que pasaba. Cuando lo soltaron, Jeremías pronunció el Juicio de Dios sobre
Pasur y sus seguidores: “Tú Pasur y esta ciudad serán tomados. Todos irán al
cautiverio” (ver Jeremías 20:6).
Inmediatamente,
una oscuridad del alma descendió sobre Jeremías, y él se derrumbó en
desaliento. El que una vez fue un predicador lleno de santidad, ahora
alimentaba sentimientos oscuros contra Dios: “Señor, me has engañado. La
palabra que tú me diste ahora se ha convertido en reproche. Cada día soy
ridiculizado. Me has abandonado, así que me rindo. No voy a hablar tu Palabra
nunca más. Todas tus promesas son vacías. Mi vida y ministerio han acabado en
vergüenza. Debiste haberme matado en el vientre de mi madre” (ver Jeremías
20:6).
Dígame,
¿Cruzó la raya Jeremías? ¿Podría ese lenguaje salir de la boca de alguien que
afirma servir a Dios? Encontramos la respuesta en el próximo capítulo: “La
palabra de Dios vino a Jeremías” (ver 21:1). El eclipse del profeta pasó, y
Dios no se inmutó. El ministerio más efectivo de Jeremías se encontraba hacia
delante.
Dios siempre
está conciente de las artimañas y ataques que Satanás usa contra sus siervos
más efectivos. En ambas vidas, la de Elías y la de Jeremías, Dios sabía que la
fe de ambos soportaría el eclipse. El sabía que sus clamores venían de la
confusión y el dolor. Y las Escrituras lo ponen en claro: ni por un momento
Dios levantó su unción de ninguno de ellos.
La mayoría de
nosotros no podemos relacionarnos con los golpes duros y los eclipses de fe de
estos gigantes espirituales.
Para los
cristianos, “un eclipse espiritual” es una hora oscura cuando Dios parece estar
ausente de nuestras vidas. Sucede más a menudo durante los tiempos de pruebas,
mientras Satanás viene y trata de oscurecer nuestra visión del Señor. El lo
intentó con Pedro, lanzando todo lo que tenía en su infierno hacia el discípulo
para tratar de arrojar su fe hacia un eclipse de oscuridad total.
Dígame usted,
¿Ha soportado un eclipse así alguna vez? ¿Ha pasado por momentos cuando su
mente fue inundada de preguntas? ¿Le ha parecido que sus oraciones caen al
suelo, y que la palabra de Dios parece estar cerrada para usted? ¿Ha sentido
que su vida está vacía, que no vale nada, que usted es un fracaso?
Durante esos
tiempos, usted escucha susurros de acusación: “Después de tanto orar, de todas
las revelaciones que has recibido de la Palabra de Dios, después de tanto
testificar de la fidelidad de Dios, después de todo eso, todavía eres débil. No
puedes practicar lo que predicas”. Súbitamente, usted es tentado a pensar,
“Este caminar de fe no tiene sentido en mi vida. Nada de esto sirve para mí y
no puedo hacer que funcione. No creo que pueda seguir con esto. Estoy muy
golpeado. No puedo soportarlo más.”
Considere
usted el lenguaje de Pedro en medio de su eclipse de fe. Cuando alguien le
preguntó, “¿No eres tú uno de los seguidores de este Jesús?” Pedro mintió, “No
sé de lo que estás hablando. Yo no sé quién es ese hombre”. Cuando lo
presionaron una segunda vez, él nuevamente respondió, “No lo conozco”.
Finalmente cuando le preguntaron una tercera vez, Pedro lanzó una maldición y
gritó, “¡Yo nunca he estado con ese hombre!”
Este sí era
un eclipse total de fe. Pedro parecía un ateo enfurecido. Su fe estaba hecha
añicos. El había cruzado la raya, actualmente negando a Jesús. Este mismo
discípulo fogoso que había expulsado demonios, ahora se había hundido en
completa incredulidad. Alguien puede haber pensado, “Seguro que Dios terminó
con Pedro, y removió la unción de su vida. Después de todo, ¿Cómo podría un
verdadero siervo de Dios hablar de esta manera?”
Yo les diré
cómo puede suceder. Sucede cuando estamos bajo el ataque de artillería pesada
del enemigo y Dios parece estar completamente ausente. Este es el tiempo
preciso cuando la voz de Satanás viene tan clara y tan fuerte que perdemos toda
visión del Señor. Repentinamente, sentimos que nuestra vida ha sido gastada en
vano, que de nada ha servido. En ese momento oscuro del eclipse, el diablo ha
creado tal caos que no podemos ver ninguna salida. No podemos imaginarnos que
el poder de Dios pueda ser capaz de librarnos.
Satanás había
querido que Pedro se hundiera en un torbellino de desesperación.
Verdaderamente, el discípulo se dio cuenta con horror, “He negado a Jesús. No
una, sino tres veces. ¿Qué me ha sucedido?” Imagínese la nube de condenación
que envolvió a la mente de Pedro en aquella hora.
¿Y usted? ¿Ha
vivido usted bajo condenación porque en un momento dado su fe entró en un
eclipse? Tal vez usted ha continuado con un hábito pecaminoso, o ha dudado de
la habilidad de Dios de trabajar las promesas de su pacto en su vida. Desde
entonces usted ha vivido en un espiral de miedo, culpa y condenación.
Todos sabemos
cómo Dios libró a Pedro de este tiempo horrible. El lo hizo de la misma manera que
libró a otros hombres santos en las Escrituras los cuales habían vivido su
propio eclipse de fe.
Ahora que
hemos leído sobre Elías y Jeremías, podemos pensar, “Yo nunca he sido colocado
bajo tal presión al punto de rogarle a Dios que quite mi vida, como lo hizo
Elías. Yo nunca he acusado a Dios de engañarme como lo hizo Jeremías. Y nunca
le he dicho a Dios, ‘me rindo’. Los eclipses de estos hombres fueron totales,
una oscuridad temporaria de su fe. Yo no puedo relacionarme con eso.”
Pero esto no
significa que nuestra fe no ha experimentado un eclipse. Nuestros eclipses
pueden estar ocultos. La verdad es que, podemos desarrollar una actitud
igualmente desesperada si sentimos que Dios nos ha fallado. Después de una
experiencia decepcionante, Satanás puede implantar pensamientos como estos:
“¿Dónde está tu Dios ahora, cuando lo necesitas? Las cosas se están poniendo de
mal en peor y él no aparece por ningún lado. Dios prometió que proveería un
camino de escape. ¿Dónde está él?”
Aunque no lo
expresemos abiertamente, entretenemos pensamientos de que Dios no está con
nosotros, que él está enojado, que no damos la medida ante sus ojos. Así que le
damos a Dios nuestro silencio, alejándonos de él en oración, y abandonando
nuestra confianza en él durante nuestras pruebas.
No importa el
grado de eclipse que sea, parcial o total, debemos de entender que el diablo
está detrás del ataque. No es causado por algo en nuestra naturaleza, ni por la
ira de Dios, sino que viene como un asalto sobrenatural del infierno. Si
perdemos de reconocer esto, nuestro espiral de hundimiento continuará. No nos
atrevamos a subestimar la determinación de Satanás de destruir nuestra fe.
Usted podría
preguntar, “¿Pero no está Jesús en lo correcto en sentirse ofendido cuando no
confiamos en él? ¿No lo entristecemos cuando cuestionamos y dudamos de su
fidelidad?” Sí, lo entristecemos. Y sí, nuestros pensamientos de incredulidad
pueden llevarnos a confusión y caos. La amargura puede tomar raíces, y si
permitimos que se endurezca, puede llevarnos a un alejamiento completo.
Pero el hecho
permanece; Dios conoce las verdaderas profundidades de lo que hay en tu
corazón, y para él nada ha cambiado acerca de ti. El de repente no te ve como
un enemigo, por que has cambiado en un instante debido a tu espíritu
atribulado. El todavía te considera su amigo, un guerrero del Reino que está en
la cúspide de avanzar a nuevas áreas de confianza. Y por esta misma razón es
que te has vuelto un blanco de Satanás.
El diablo
está absolutamente determinado a impedir tu visión de la misericordia y gracia
de Dios. Al igual que la luna durante un eclipse, él está poco a poco tratando
de obstruir tu vista de Jesús hasta que las cosas se vuelvan completamente
oscuras. Pero, durante todo este tiempo, Dios ha estado planeando que tu fe
atraviese este eclipse momentáneo.
Si estamos
caminando cerca de Jesús y somos hombres y mujeres de oración, buscando a Dios
con todos nuestros corazones, nuestra fe va a ser probada con un eclipse. El
diablo quiere adormecer nuestras mentes con problemas y dificultades. El se
quiere entrometer entre nuestro Dios y nosotros para que perdamos de vista su
misericordia y fidelidad para con nosotros al bloquearnos el Sol.
Si no
reconocemos la mano del enemigo detrás de esta zarandeada, seremos derrotados.
La manera de salir de este eclipse es CREER Y DESCANSAR en el AMOR que Dios
tiene por nosotros. Dios va a permitir que tu fe sea probada para mostrarte
cómo El se regocija sobre ti y cómo El ESTA DESCANSANDO en Su amor por ti.
¿Ha sido usted zarandeado recientemente, y su fe
parecía caer en una hora oscura de eclipse? Como Pedro, puede que usted se
sienta completamente derrotado. O, como Jeremías puede que usted sienta que
Dios lo ha engañado y abandonado. O como Elías, usted está agobiado y
simplemente quiere que su vida se acabe. Usted no ve ninguna salida de su
eclipse.
Le insto a que haga
tres cosas:
1. Descanse en el amor de Dios hacia usted. Recuerde
el ejemplo de estos siervos y el plan que Dios tenía preparado para cada uno de
ellos a través de sus pruebas. La intención de Dios era que ellos salieran de
sus eclipses preparados para el ministerio que él tenía listo para ellos.
2. Esté seguro que no importa cuán profundos sus
pensamientos de incredulidad sean, el Señor ve por lo que usted está pasando, y
su amor nunca flaquea. Aunque seamos infieles, él permanece fiel: “Nosotros
también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados… Pero cuando se
manifestó la bondad de Dios…nos salvó” (Tito •:3-4).
El significado de “manifestó” aquí quiere decir
“sobreponer”. Dios mira nuestras luchas, preocupaciones, temores e
incertidumbres – nuestro tiempo de eclipse, llenos de insensatez y
desobediencia - y él sobrepone su divino amor sobre nosotros. No importa
nuestra condición, su amor reina sobre nosotros.
3. Haga lo que David hizo y clame al Señor día y
noche. “Señor, Dios de mi salvación. He clamado día y noche delante de ti. En
la mañana mi oración viene delante de ti. Inclina tu oído a mi clamor” (ver
Salmo 55).
Amado santo, haga ésta su oración, así como yo la
he hecho mía:
“Señor, a veces te he dado mi silencio. Me he
alejado de ti por mis desilusiones. Pero ahora me acerco a ti en oración, por
fe. Escucha mi clamor, Jesús. Sé que esta no es mi batalla, sino que es tuya.
Yo confío que silenciarás las lenguas del enemigo. Y yo se que tu amor reina
sobre mí, aun en mis momentos más oscuros. Descanso en tu deleite por mí. Amen”
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